Una bella fantasía
Llegué al asiento que me correspondió … y me acomodé;
comenzamos a marchar,… y yo… me quise liberar.
Cerré los ojos y me dejé arrastrar por unos bellos pensamientos;
imaginé… y miré a través de mi ventanilla, y vi… sí,
vi que paralelamente a nuestra marcha…
… transitaba un hermoso y negro tren,
… no sé cómo….pero volaba como dibujado en el aire,
flotaba y marchaba.
Y sobre él, danzaban deliciosas y negras figuras animadas,
que me miraban, que me invitaban a querer y a soñar…
… y que con gestos descarados, me lanzaban candentes besos de ilusión.
Si mi tren aceleraba, el de ellos a la par;
si mi tren silbaba, el de ellos chiflaba;
si mi tren se paraba, el de ellos estático flotaba:
y si mi tren con otro se cruzaba.. el de ellos era.
Y yo… extasiado en aquella locura… los miraba… y sentía;
percibía una hermosa y cálida sensación de libertad;
y notaba como un soplo de aire fresco, sacudía lo más profundo de mí;
que me arrastraba, me deslizaba a un éxtasis absorbente;
a una felicidad hasta ahora desconocida;
a unos sentimientos obligadamente extrañados;
a un mundo inexistente en la realidad, y puramente real en la existencia.
Y me dormí, como acunado por unos brazos soñados,
como consolado con unas palabras añoradas,
como oyendo unos versos imaginados,
como percibiendo un latido paternal.
Y ya no volví a ver más a aquel imaginario y negro tren,
ni a sus bellos seres alocados.
Desperté… y me sentí bien…. muy bien.
Manolo Navarro
fotógrafo
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