31 de marzo de 2007

...susurros como agua de seda

Aquél, tu dulce y hermoso susurro,
como agua sedosa,
en forma de voz y ternura,
me enseñó a decir y escribir cosas hermosas.

No lo lamentes y enorgullécete,...
... porque la obra es tuya, sólo tuya.

...de... por... y para...
Manolo Navarro
fotógrafo

13 de marzo de 2007

Inútiles pétalos de boda

Prefiero ser mil veces cresta de ola aprendiendo a navegar,
a ser una hermosa pero vana concha cerca de la orilla del mar.

No quiero ser un moribundo ocaso, en la apagada luz del atardecer,
y sí luz anaranjada en el horizonte de aquel bello amanecer.

Ayúdame a vivir como la fea hoja de cualquier espino sin color,
y no me dejes secar como una hermosa hoja de cualquier bella flor...
... ¡inútiles pétalos de boda!

Manolo Navarro
fotógrafo de pasión

12 de marzo de 2007

El tiempo y mi tiempo

Déjame velar esos, tus sueños tan hermosos,
aunque solo sea centinela tuyo en sueños;
porque el tiempo agota mi turno en la vida,
y para besarte y mimarte se agota mi tiempo.

Manolo Navarro
fotógrafo de pasión

7 de marzo de 2007

Promesas y lazos

Las promesas son como los lazos;
hasta las realizadas con más fuerza,
terminan cediendo con el tiempo.

Manolo Navarro
-fotógrafo

6 de marzo de 2007

Aquel viejo tranvía

y pensar que, porqué no, algún día...
... consiguiera levantar sus pesados discos del suelo...
... y escapar de su presidio entre railes....
... y volar.... por encima de sus propios sueños.

Y al final, a pesar de sus profundos deseos, viejo romántico,
...despierta siempre con la última parada... para suspirar...
... y vuelta a empezar... a caminar y...
...a soñar... por encima de sus propias realidades.

Manolo Navarro
-fotógrafo-

4 de marzo de 2007

El eclipse de luna

...y aquella noche, asomándose a la ventana, vió el mágico eclipse lunar. Y la recordó.

Rebuscó en sus archivos, tenía que estar... hasta que la encontró... ¡siiii! allí estaba, aquella fotografía, y un papel... en el que escribió aquel día,...algo que quiso que fuera poesía:

El día del eclipse

Y él, para no ruborizarla,
atenuó las luces de la negra bóveda,
tatareando una nana para mimar,
a la reina de sus mareas.

Y la bella luna con su azul mirada,
suspiraba y oía, seducida y cautivada,
con sus dos mejillas sonrojadas,
por la dulce melodía que sonaba

Y de aquella idílica esquina,
Él siguía bajando las luminarias,
de poco a nada, de sombría a umbría,
y oscuridad absoluta.

Nadie entonces vio mas nada,
de aquella hermosa noche estrellada,
aunque algunos dicen que sí oyeron,
besos, roces y suspiros.

Él… era la Tierra
Ella… la luna

Después... se secó la lágrimas, se levanto, apagó la televisión y con pasos cansinos se retiró.

Manolo Navarro
-fotógrafo-