Cuando la vejez acaricie mi rostro...
Cuando la vejez acaricie mi rostro,
si es que algún día me acaricia,
apoyaré mi cabeza en su hombro,
y dejaré que me recuerde mis recuerdos.
Cuando la vejez me ofrezca su mano,
si es que algún día me la ofrece,
apretaré la mía con fuerza,
y dejaré que marque mi camino.
Cuando la vejez me seque las lágrimas,
si es que algún día me las seca,
le pediré que cierre mis ojos,
y me duerma con una sonrisa.
Cuando la vejez me diga… ¡es la hora!
y eso, sí ocurrirá algún día…
le agradeceré heber llegado a mi vejez…
y no haberme abandonado en mi niñez.
Manolo Navarro
fotógrafo